Resumir una vida en pocas líneas a veces, es tarea sencilla. ¿Empezar por el final? ¿Comenzar por el principio? Porque en el fondo todo es un círculo… Pero de alguna forma hay que arrancar este retrato.

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Natural de San Román de Cameros, en La Rioja, Óscar Antonio Santolaya Lasanta es hijo de Alfredo y Pilar. El menor de cuatro hermanos. Es padre de dos criaturas que le anclan a tierra: Íñigo y Carmen.

 

Estudió como interno en varios institutos de Logroño: Agustinos y Marianistas y, después de su paso por la brigada paracaidista, estudió la Agricultura, la Naturaleza y sus detalles en la Universidad de La Rioja y de Helsinki. Y Psicología de los sistemas en México, en la universidad doctor Emilio Cárdenas.

 

Fue el estudio en México, y su inquietud y predisposición al asombro por la Vida y sus procesos profundos y espirituales, los que propiciaron que germinase en él la semilla de que otro mundo es posible. “Un mundo que, en muchos casos, ya está siendo”, en el que la relación con la agricultura, con la Naturaleza, con la Tierra, con las personas, se hace desde el corazón, desde la unicidad, desde el sentir profundo de que todo es un sistema, de que todo forma parte de Todo.

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Descubrió la permacultura y la relación estrecha entre uno mismo y lo más pequeño: el detalle. Profundamente agradecido a quien le mostró este camino y la belleza de lo oculto, de lo sutil, del alma, descubrió que, el movimiento que realmente produce el cambio es el paso lento, la observación, el respeto por los procesos naturales y la atención vacía a lo sutil. Así, un día, prefirió abrazar un mundo a favor de las personas y de la tierra, un proyecto de vida que, a la par, es un proceso de aprendizaje, integración, confianza, respeto y generosidad.

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Muchas vidas, muchos maestros y, entre ellos, el Maestro Fukuoka a través de sus libros. No a través de una revolución verde, sino a través de la revolución de una brizna de paja, y el re-conocer la importancia de reverdecer desiertos y corazones, como sueño de Vida. Y es que sólo a través del corazón, podemos tocar el cielo.

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