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La Economía de las 5C

Foto del escritor: Yolanda SanchoYolanda Sancho

Actualizado: 21 oct 2020

Cambio de Paradigma Económico en Tiempos del Coronavirus. Yolanda Sancho, Economista.


En estos días tan excepcionales en los que voluntariamente nos hemos responsabilizado como ciudadanía para evitar un colapso de los sistemas sanitarios con motivo de la pandemia de Coronavirus, creo firmemente que se hace imprescindible replantearnos nuestras prioridades como sociedad.

Y para ello, debemos sí o sí, cuestionarnos necesariamente los fundamentos básicos en las que se basa el Sistema Económico global en el que nos manejamos desde hace décadas y, por tanto, plantearnos un cambio de Paradigma Económico que redefina los fines y prioridades de nuestra ordenación de necesidades y el uso eficiente de los recursos precisos para satisfacerlas.

CAÑONES O MANTEQUILLA

Cualquier estudiante de Economía recibe en su primera clase de Teoría Económica nociones sobre lo que supone la elección de preferencias o prioridades, poniéndose como ejemplo la llamada “Economía de Guerra”. Y es porque en situaciones de excepcionalidad como una guerra, las autoridades deben decidir, con unos recursos determinados y escasos, entre producir, simplificando, “cañones o mantequilla”, es decir Bienes de Producción o Bienes de Consumo, símil popularizado por el Profesor Paul A. Samuelson en su libro “Curso de Economía Moderna” (1948).

Así, el Estado debería priorizar en qué utilizar los recursos públicos o cómo incentivar el uso de los recursos privados para satisfacer en la medida de lo posible, las necesidades básicas de la población conjuntamente con lo que podríamos denominar “necesidades” de interés estratégico.

NUESTROS CAÑONES: LOS SERVICIOS PÚBLICOS

En estos momentos, en que se lucha contra un enemigo casi invisible como lo es un virus, nuestros Servicios Públicos se han convertido en nuestros “cañones”.

El principal ahora mismo sería nuestro Sistema Público Sanitario, el mejor del mundo según el último informe del Foro Económico Mundial, pero también nuestros Servicios Sociales y otros servicios públicos básicos prestados mayoritariamente por las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos.

Nuestros Servicios Públicos y fundamentalmente la Sanidad y sus trabajadores y trabajadoras, se han convertido en el verdadero ariete contra la emergencia, a persar de haber sufrido una década de enormes recortes presupuestarios neoliberales  con el objeto de degradarlos y así tener la excusa perfecta para proceder a su privatización. 

Y sin embargo, ahora mismo, es ese mismo sector privado el que se niega a proporcionar un servicio esencial como es la atención sanitaria, lo que ha obligado al Gobierno de España a plantearse por primera vez a poner en práctica el artículo 128 de nuestra Constitución: “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general“, abriendo la puerta a la posible intervención de la economía y/o ciertas empresas por el interés general.

LA MANTEQUILLA O EL CONSUMO ESENCIAL A GARANTIZAR

Y la mantequilla? Son esos bienes de consumo que satisfacen las necesidades básicas de la población. Estos días de aislamiento casi total de la población en sus hogares, nos deben hacer reflexionar sobre la verdadera naturaleza de nuestras “necesidades”. Cuando empecé a estudiar Economía, se decía que los individuos lógicamente tienen una serie de necesidades y en base a esas necesidades, se crean productos o servicios susceptibles de satisfacerlas. Y, sin embargo, desde hace ya unas décadas, eso ya no es así: se crean los productos o servicios, y a posteriori, se nos genera la “necesidad”, de adquirirlos por no poder vivir sin ellos. Necesidades innecesarias en realidad, como también afirmaba el profesor José Luis Sampedro.

Por ello, debemos reflexionar y replantearnos seriamente nuestras necesidades: ¿realmente necesitamos todo lo que consumimos para vivir bien? ¿Para sentirnos plenos? ¿Para que nuestra vida tenga un sentido? ¿O son sólo formas de enmascarar una vida un tanto vacua en la que hemos ido dejando nuestras vocaciones e ilusiones por el camino, llenándola de un consumo vacío que no lleva a nada?

Sí, ya sé que me meto en el campo de la Filosofía… pero no olvidemos que la Economía es una Ciencia Social que etimológicamente significa “la Administración de los Recursos de la Casa”, entendiendo por Casa, nuestro Planeta.  Entonces, ¿no debería la Economía estudiar las motivaciones del ser humano para utilizar los recursos naturales en un sentido o en otro? Y ¿no debemos entrar a estudiar el porqué de ello sin quedarnos simplemente en los comportamientos de compra o consumo meramente observables?

El estudio de la Teoría Económica empieza pues con que la sociedad debe tomar decisiones (cañones o mantequilla) para “maximizar la UTILIDAD SOCIAL”, entendida como conseguir satisfacer de la forma más óptima las necesidades de toda la sociedad. Sin embargo, en el desarrollo de este concepto, la ortodoxia, a continuación, da un triple salto mortal y generaliza asegurando que este principio máximo, en la práctica, se traduce en “MAXIMIZAR EL BENEFICIO” o “MINIMIZAR LOS COSTES”.

Así, sin ruborizarse. Y además, añade 10 axiomas, o máximas en las que se basa un sistema económico por lo cual va a ser eficiente. Axiomas, premisas que es del general conocimiento que en realidad nunca se cumplen: Información perfecta, mercados perfectos, etc.    Y en base a todo eso que sabemos que no se cumple, se articula la Teoría Económica, la consiguiente toma de Decisiones de esta naturaleza y las Políticas Económicas.

EL CAMBIO DE PARADIGMA EN ECONOMÍA



Por tanto, aprovechando la coyuntura en la que estamos en estos momentos…

¿No ha llegado la hora en que debería ser la propia Economía quien plantee nuevos modelos que reemplacen anteriores basados en decisiones individuales de consumo buscando el Beneficio individual para hacerlo en base a la Utilidad de lo colectivo?

¿No debemos, como Ciencia, replantearnos finalmente un cambio de Paradigma que ya estaba encima de la mesa desde los años 70, cuando se planteaba un uso eficiente y colectivo de los recursos del planeta, un cambio que en estos momentos un pequeño virus nos está empujando a ello?

¿No debemos plantearnos en serio redirigir la actividad económica hacia actividades bajas o casi nulas en carbono que satisfagan necesidades reales y que luchen contra la Emergencia Climática?

Porque sí, desde la Economía Ecológica llevamos décadas planteando nuevos modelos de relación económica que tengan en cuenta los efectos en la naturaleza y el ser humano de esas decisiones. El Coronavirus y su diseminación global es también una de las consecuencias de la situación extraordinaria de Cambio Climático en que nos encontramos.

Es por esto, ahora que posiblemente gran parte de la población comprenda y acompañe a este cambio, que entiendo que ya es imprescindible comenzar a proponer una Economía cuya producción destinada a la satisfacción de las necesidades de consumo esté basada en lo que se podría denominar la “ECONOMÍA de las 5C”: CUIDADOS, COMIDA, CONOCIMIENTO – CULTURA, COMUNICACIÓN Y CAMBIO CLIMÁTICO.

1. Cuidados

En un mundo con cada vez mayores expectativas de vida, debemos apoyar actividades que preserven la misma: crianza, cuidado de mayores, de personas con necesidades asistenciales, etc. Implicaría una importante creación de empleo en general y en el territorio ayudando también a la lucha contra la despoblación en la España vaciada. Pongamos la VIDA en el centro de todo.

2. Comida

Entendiéndolo en sentido amplio como todo aquello que nos alimenta y nos ayuda con las necesidades del día a día: comida, vivienda y suministros básicos (energía, agua). Promovamos las actividades agropecuarias sostenibles, enfocadas a la alimentación humana y reduciendo el consumo de proteínas de origen animal.  Actividades de agricultura ecológica y regenerativas, que aporten alimento con propiedades óptimas y salud a las personas, que repercutirá también en un menor gasto sanitario y mejora de las condiciones de vida de las personas.

Garanticemos de verdad el derecho a un techo a toda persona, generando puestos de trabajo con la rehabilitación de viviendas y construcción sólo de las necesarias donde sea preciso.

Generemos las condiciones óptimas para el acceso a un bien de primera necesidad como es la Energía: una energía renovable y gratuita, basada en un sistema descentralizado y democratizado.

3. Conocimiento y Cultura

Promover la educación y la formación en todo sentido de la población. La investigación científica. El acceso de la ciudadanía a la comprensión de la ciencia y sus avances, de su participación e incorporación a sus resultados, divulgación, charlas, debates, etc. Es decir, incentivar y promover el “Consumo de Conocimiento” para empujar el avance científico enfocado a la mejora colectiva.

En la antigua Grecia, en Epidauro, todas las personas, ya tuvieran la consideración de ciudadanos, mujeres, niños, ancianos o esclavos, debían ir todos juntos necesariamente dos veces al año al Teatro con el fin de alcanzar en su conjunto la llamada “khátharsis”, la catarsis o “purificación del alma”, para promover el cambio interno personal y la transformación social colectiva.

Así, la Cultura como elemento catalizador de una sociedad más culta, avanzada y empática es imprescindible. Para ello, se deberían promover actividades y educación cultural a todos los niveles. Apoyar el “Consumo de Cultura”, pero no sólo su difusión sino también la participación directa en la Cultura: aprender a desarrollar el potencial creativo de la ciudadanía para así impulsar el avance social a todos los niveles.

4. Comunicación

La información profesional, veraz, investigación periodística y profesionalizada es un valor en sí mismo para una sociedad cada vez más madura y crítica.

El fomento también de la Conectividad entre los individuos, en un mundo cada vez más interrelacionado, es básico para la mejora individual y colectiva, además de una herramienta básica de trabajo que puede beneficiar muchísimo al mantenimiento de la vida a lo largo de todo nuestro territorio: pueblos vivos.

5. Cambio Climático

Hace un año, emergió con mucha fuerza la idea del peligro de nuestra supervivencia como especie a causa del Cambio Climático. De hecho, ya no es simplemente un fenómeno de Cambio Climático sino de Emergencia Climática.

Labores de mitigación, adaptación y lucha contra las causas y efectos de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero deberían formar parte importante también de las Políticas Económicas a nivel global. Así: mejora de sumideros de carbono (suelos, bosques, cultivos, paisajes), energías renovables, transporte no basado en los combustibles fósiles, etc. son actividades a promover y potenciar desde lo público.

LA RENTA BÁSICA “EN ESPECIE” COMO ALTERNATIVA DE CAMBIO

La experiencia de estos días nos va a demostrar dónde están nuestras prioridades y cuáles son nuestras necesidades reales. Con la reducción al máximo de la producción económica y la necesidad de compensar con recursos públicos la pérdida de recursos económicos, sobre todo de la población más vulnerable: trabajadores, autónomos, microempresas y pymes, no deberíamos perder la oportunidad de ensayar una Renta Básica Universal.

Y ya nadie pone en duda que hoy por hoy, se va a hacer imprescindible la puesta en marcha de políticas neo-keynesianas para incentivar la Economía desde lo Público. Desde la Unión Europea ya se están planteando políticas de incentivos en este sentido: antes de la crisis del Coronavirus ya se perfilaba un Green Deal `por la Emergencia Climática, pero ahora deberá diseñarse un plan mucho más ambicioso por necesidades obvias.

Pero debemos ir más allá. En breve, dado que el futuro de la actividad productiva pasará con total seguridad por la automatización de procesos y la denominada Industria 4.0, tendremos que plantearnos seriamente que dichas políticas estén diseñadas para garantizar una Renta Básica Universal al menos “en especie”: que los Estados se lleguen a comprometer con que toda persona, por el mero hecho de serlo, ha de tener derecho a cubrir sus necesidades básicas. Lo que podríamos denominar como ”los actuales cañones y mantequilla”: “los Servicios Públicos y las 5C”.

Y para conseguirlo, debemos obligatoriamente comprometernos como ciudadanía global, a través de los Estados, de instituciones supranacionales y de organizaciones internacionales, a luchar firmemente contra los llamados Paraísos Fiscales, contra comportamientos insolidarios de naturaleza financiera y tributaria, al objeto de destinar recursos económicos al equilibrio de las necesidades colectivas.

O eso, o dejaremos pasar una oportunidad increíble para reinventarnos, para imaginarnos un Futuro como Humanidad. Así, con mayúsculas.


Por Yolanda Sancho, Economista, Attac en Aragón y ExConsejera de Alternativas Económicas de Podemos Aragón


Artículo inicialmente publicado en Conacento https://www.conacento.info/index.php/2020/03/18/la-economia-de-las-5c/

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